Como es sabido (o debería serlo), los términos “izquierda” y “derecha”, provienen de la primera Asamblea Constituyente tras la Revolución francesa. A la derecha del presidente se sentaron los partidarios del antiguo régimen y a la izquierda, los del nuevo. De esta manera, nacieron estas denominaciones políticas, que hoy parecen en decadencia.
Gran parte de la gente, no se considera ni de izquierda, ni de derechas, aunque definirse como “de centro” resulte de una ambigüedad más bien conservadora. Es posible que, históricamente, se haya abusado de dicho dualismo, cayendo no pocas veces en un maniqueísmo atroz, pero hay que decir que el propio lenguaje resulta esclarecedor a priori: lo diestro alude a algo correcto y positivo, mientras que lo siniestro evoca lo perverso y diabólico. En cualquier caso, a las concepciones y actitudes políticas, siempre variables en el tiempo, es necesario darles un contenido sólido, ya que, a menudo, estas etiquetas sirven para enmascarar la realidad.
ron en situación desesperada a que cumpliese lo que prometía, agrupando los diferentes préstamos y disminuir la cuota resultante hasta la mitad. No sólo no se le unificaron los prestamos si no que le fueron arrebatado el único bien que poseían, su vivienda.